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PANORAMA AUDIOVISUAL IBEROAMERICANO 2025
liderazgo emergente pasa por dominar un nuevo idioma—no el de los lenguajes de programación
tradicionales, sino el de los prompts, la gramática con la que conversamos y colaboramos con la IA.
Hacer un prompt no consiste en navegar ni en emitir comandos aislados: exige contexto y
orientación a resultados. Así como escribir no es solo teclear, es persuadir, y programar no es sólo
teclear, es arquitectura, hacer un prompt no es teclear, es pensar con claridad estructurada.
El prompt, en mi opinión, trata de diseñar un resultado en tu mente y traducirlo en una instrucción
clara que una IA pueda comprender y ejecutar con precisión. Creo que es un protocolo de comunicación
entre la intención humana y la ejecución de la máquina. Este es el nuevo lenguaje.
Si entendemos de esa forma el prompt, la IA no elimina el proceso de pensamiento, lo potencia.
Hace visible el pensamiento, lo afina y lo vuelve comprobable. La diferencia no está en la herramienta,
sino en la claridad con que se define lo que uno quiere. Promptear no reemplaza tu cerebro, lo entrena.
Te entrena para descomponer metas en sistemas, para mapear el caos en resultados y para hablar a la
IA con intención, no con ruido. Ese es el nombre del juego: prompt. No es teclear, no son comandos,
es claridad de pensamiento traducida en acción.
Creo que esta es la manera de aprovechar el potencial de esta tecnología y el promptear es la
puerta de entrada al pensamiento de alta potencia. Así que, si promptear es pensar, ¿qué tipo de
pensamiento importa en realidad? Porque no todos los pensamientos llevan a resultados. Algunos
llevan al ruido y otros a potenciar las ideas.
El informe 2023 de OpenAI, creadores de ChatGPT, muestra que el prompt promedio contiene
apenas nueve palabras. La mayoría de las personas promptean como si estuvieran usando Google:
adivinan y escriben antes de pensar, improvisan en lugar de diseñar. Pero los usuarios más poderosos
piensan como científicos. No se preguntan: “¿Cuál es el prompt más común para hacer esto?”, sino:
“¿Cuál es el resultado exacto que quiero y qué entradas me llevarán ahí?”. Los mejores escritores de
prompts no solo saben cómo hablar con la IA, saben cómo pensar en modelos, en marcos de trabajo,
en principios fundamentales, en pensamiento sistémico.
La mayoría de las personas confunden inteligencia con memoria, con tener la respuesta correcta
al instante. Pero la verdadera inteligencia no es memoria, es arquitectura mental: la capacidad
de enmarcar, secuenciar y adaptar tu pensamiento bajo incertidumbre. Así es como los humanos
resolvemos problemas complejos de forma natural: hacemos una pregunta, reflexionamos y luego
hacemos una mejor pregunta. Y no es indecisión, eso es andamiaje cognitivo: tomamos ideas vagas
y las convertimos en decisiones que realmente funcionan.
El poder de pensar primero y promptear después. Así es exactamente cómo funciona el prompt
avanzado. En lugar de meter todo en un único prompt saturado, lo construyes por capas. Luego
apilas prompts pequeños que construyen poco a poco el contexto, y cada uno acercándote más al
resultado. A esta metodología que segmenta la tarea en capas lógicas, se le conoce como prompt chaining
(encadenamiento de prompts). Nunca comenzamos con “dame la respuesta”. Mapeamos el contexto,
definimos las capas y luego usamos prompt chaining para diseñar mejor pensamiento, más rápido.
Uno de los consejos más prácticos que puedo compartir es ayudarse de algún Modelo Extenso de
Lenguaje (LLM, por sus siglas en inglés) como ChtaGPT o DeepSeek, para la iteración de prompts. En
este punto es casi irrefutable que lo más eficiente es echar mano de un LLM para refinar tus prompts,
Dicho en otras palabras, para hacer buenos prompts, y hacerlos específicos para cada plataforma y
para cada caso, comunícate con una IA para que te ayude a comunicarte con otra.
Cuando trasladamos esta disciplina al terreno visual—donde intervienen modelos capaces de
generar fotogramas o secuencias completas—cada “átomo” del prompt adquiere matices propios: la
intención se expresa en encuadres y estilos, las restricciones se vuelven resoluciones y duraciones,
y la validación contempla composición, ritmo y coherencia narrativa.
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