Page 493 - Panorama Audiovisual Iberoamericano 2021
P. 493
¿ES LA BANDA SONORA UN ELEMENTO COMERCIAL EN EL AUDIOVISUAL IBEROAMERICANO? 493
Publicar y poner a disposición en sitios digitales la banda sonora, también generará el pago
de derechos de autor para el compositor y la editora musical que tenga los derechos editoriales.
Cuando el productor audiovisual encarga y paga por el desarrollo de la banda sonora, incluyendo
la composición de las obras musicales, puede en la negociación inicial con el compositor -y como
parte del acuerdo- retener los derechos editoriales sobre las mismas. Con esos derechos tiene la
opción de cobrar un porcentaje -que normalmente pueden variar del 25 al 50%- sobre los derechos
de autor que se generen por todos los usos de la obra musical.
Es difícil evaluar el potencial comercial que tendrían la publicación de bandas sonoras como
fonogramas. En base a números presentados por IFPI, la federación mundial de las compañías
discográficas, el mercado discográfico en América Latina (sin contar España) fue aproximadamente
de US$843 millones en 2019. La mayor parte de esas ventas se deben a algún tipo de streaming.
En vista al potencial de mercado, no estaría fuera de lugar pensar que, por menor que sea la
participación de bandas sonoras en ese mercado, puede existir un potencial interesante de ingresos
para productores audiovisuales.
La parte editorial también tiene el potencial de generar algunas cifras interesantes. Según
CISAC, la confederación de sociedades de gestión colectiva de autores y compositores, el mercado
de América Latina generó en 2018 más de US$600 millones de los cuales aproximadamente US$ 270
millones se cobraron de la ejecución pública en radio y televisión y US$84 millones de explotaciones
digitales.
Ambos son mercados extremamente activos y a los que los productores audiovisuales podrían
tener acceso, especialmente a estos dos últimos generadores de derechos, con la publicación de
bandas sonoras como productos independientes y actuando como editores musicales.
Estos números no incluyen el potencial que los derechos editoriales tendrían en mercados como
España con cobranza de aproximadamente US$250 millones en 2018 y Estados Unidos donde se
cobraron más de US$2 mil millones durante el mismo periodo.
Administración de los derechos musicales
Implementar la explotación de los derechos fonográficos y editoriales sobre las bandas sonoras,
requiere establecer una estrategia administrativa que controle su documentación, licenciamiento y
explotación. En la medida que el productor audiovisual tenga condiciones de hacerlo, la manera
más efectiva de controlar esta parte del proyecto audiovisual es estableciendo una editora musical
donde se depositen los derechos autorales de la banda sonora y un sello discográfico a través del
cual se puedan publicar los fonogramas.
En términos de comercialización de los derechos discográficos y como la mayor parte de las
ventas fonográficas ocurren a través de streaming y “downloads”, una opción es manejar los
derechos directamente estableciendo acuerdos con cada uno de los sitios más populares como por
ejemplo Spotify, Apple Music, Google Music, Deezer, etc. Esto requiere crear relaciones con los
sitios para que tomen la banda sonora en cuenta, entregar el contenido y coordinar la promoción.
La alternativa -como antes explicamos- es buscar un acuerdo con una plataforma que comercialice
y haga entrega de contenidos a los mayores sitios de música. Con el desarrollo en los últimos
años de contenidos digitales ya existen varias compañías que dan este servicio y pueden facilitar
el proceso de comercialización. Son las integradoras digitales que antes mencionamos como: The
Orchard, Ditto Music, Altafonte, OneRPM, Believe Digital, CD Baby, DistroKid, TuneCore, etc.
Adicionalmente a la entrega del contenido, como cualquier producto de música, la banda sonora
y/o las canciones requieren de promoción para motivar su escucha por el público (cuantas más
escuchas, mayores regalías). Lo que no es un gran problema para los productores audiovisuales ya
que existe una sinergia natural entre la promoción de la película y sus contenidos musicales.