Page 272 - Panorama Audiovisual Iberoamericano 2018
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protagonizadas por los artistas Oscarito y Gran Otelo y dirigidas por el cineasta Luiz de Barros,
destacando Aló Aló carnaval (1936). En los primeros años de la década surgen los primeros grandes
estudios brasileños: Cinédia y Brasil Vita Filmes.
La Época de Oro del Cine Brasileño tiene lugar entre 1945 y 1960, es la llamada “fase industrial”
en la que destaca la productora Atlantia y los estudios Vera Cruz. Las bases de esta profesionalización
del cine brasileño la inició el Presidente Getulio Vargas en 1939, con la promulgación del decreto
que garantizaba a las producciones autóctonas una cuota de exhibición en las salas de cine y que
sigue en vigor en la actualidad. Los éxitos más representativos de esta época son el melodrama
latino O Ébrio (1946) de Gilda de Abreu y la ganadora del premio a la mejor película de aventuras
del Festival de Cannes O Cangaceiro (1953) realizada por Lima Barreto. La contribución de Vera
Cruz al cine nacional brasileño fue bastante importante por el crecimiento en medios técnicos, el
descubrimiento de talentosos artistas y por ser fuente de inspiración para futuras productoras.
El Cinema Novo surge a mediados de los 50 y se prolonga hasta mediados de los años 70.
Este cine surge como respuesta al exceso de populismo de las chanchadas y su seña de identidad
viene dada por su preocupación por la estética y el tratamiento de los auténticos problemas de la
sociedad. Las características de los cineastas de esta época son su orientación política izquierdista y
su oposición a las formas de producción de Hollywood. Las películas surgidas del cinema novo están
ambientadas en los sectores más desfavorecidos de la sociedad y se caracterizan por su activismo
político. El cine de color se desarrolla en esta época apoyado por la empresa estatal Embrafilme
(Empresa Brasileira de Cine). Algunos de los protagonistas de este cine son Nelson Pereira Dos
Santos, Rui Guerra y Glauber Rocha. Las dos obras más emblemáticas de este periodo son O pagador
de promesas (1962) de Anselmo Duarte, única película brasileña que ha ganado la Palma de Oro del
Festival de Cannes y primera película brasileña nominada al Óscar, y Deus e o diabo na aterra do sol
(1964) de Glauber Rocha y también nominada a la Palma de Oro.
El Cinema Marginal surge a finales de los 70 como contestatario a la propuesta del Cinema
Novo. Estos filmes reflejan los ambientes urbanos de la ciudad de Sao paulo, poniendo el foco
en la corrupción, la injusticia, la violencia y la tortura y manteniendo una equidistancia entre la
belleza del Cinema Novo y la cruda realidad. Las dos películas que definen este cine son O bandido
da luz Vermelha (1968) de Rogério Sganzerla y Matou a familia e foi ao cinema (1969) de Julio Bressane,
emergiendo como respuesta a las condiciones de vida durante la dictadura brasileña.
Las Pornochanchadas ocupan el espacio dejado por el cinema marginal a principios de los 70. Como
el nombre sugiere son comedias sexuales pero que no representaban sexo explícito y que están muy
influenciadas por la comedia italiana de la década de los 60. Estas películas enseguida conectan con
el público de la época por sus títulos sensacionalistas, sin tener detrás una organización profesional.
Uno de los grandes éxitos de taquilla este tipo de cine es la película por episodios Lua-de-Mel &
Amedoim (1971) de Fernando de Barros y Pedro Carlos Rovai. El auge del cine de bajo coste tuvo su
contrapartida en el aumento de la taquilla de los cines y en el crecimiento de las salas que alcanza su
máximo en 1975. En el final de esta etapa, Bruno Barreto realizó una de las producciones más exitosas
del cine brasileño, Doña Flor y sus maridos (1976), adaptación de la novela de Jorge Amado.
La Caída del Cine Brasileño tiene lugar entre 1980 y 1990, culminando con el cierre de
Embrafilme. El motivo de este declive es la preferencia del público brasileño por las producciones
extranjeras, a lo que se añadió que el escaso cine brasileño se produjo gracias a la financiación
aportada por Embrafilme. A principios de esta época hay que destacar el trabajo de otro de los
grandes directores brasileños, Héctor Babenco, que a través de Pixote (1981), nos describió la
violenta vida en Brasil de un chico de 10 años y su pandilla de criminales.
El Cine Da retomada se inicia con la promulgación de la Lei do Audiovisual (1994) que supone a
su vez el inicio de la organización cinematográfica de Brasil, a través del cual los agentes implicados
pueden recibir la financiación necesaria para hacer un cine independiente y universal en el que no
existen perfiles definidos, ya sean temáticos o estilísticos. Algunos de los éxitos más significativos
de los años 90 fueron Carlota Joaquina (1995) de Carla Murati, Cuatro días de septiembre (1997) de
Bruno Barreto y Estación Central de Brasil (1998) de Walter Salles que obtuvo dos nominaciones a
los Óscar.