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EL NACIONALISMO CINEMATOGRÁFICO EN ECUADOR                         329



            la cultura anglo-céntrica y de ésta con las demás culturas del mundo; y con un cine para los niños
            internautas del mundo entero, que usa los códigos “universales” de los nuevos lenguajes gráficos
            y digitales que generan las aplicaciones para la conectividad global.

                De manera contradictoria, este gusto por el cine global no corresponde al discurso nacionalista
            que renació en algunas regiones del continente a comienzos del siglo XXI, especialmente en la
            región andina –Ecuador incluido–. Este resurgimiento del nacionalismo tiene una base social que
            todavía espera el cumplimiento tardío de la promesa de nación y desarrollo del capitalismo. Esto
            explicaría que el imaginario de lo nacional todavía tenga un peso relevante y, sobre todo, conflictivo
            en la cinematografía ecuatoriana y regional. El gusto por el cine global tampoco corresponde a las
            demandas de la plurinacionalidad e interculturalidad, planteadas desde el protagonismo político
            de los pueblos y nacionalidades a partir de 1990. Por el contrario, estas demandas corresponden al
            fortalecimiento de sus nacientes cinematografías en el Ecuador y en la región.

                En este contexto actual –nación y globalización–, a comienzos del siglo XXI, precisamente
            cuando por primera vez el público ecuatoriano puede reconocer un conjunto significativo y
            sostenido de películas realizadas en el país, que se estrenan año a año en circuitos convencionales y
            “alternativos”, que hace pensar en la consolidación de una cinematografía ecuatoriana, de manera
            contradictoria tiene sentido preguntarse si un cine nacional aún es posible –y necesario–.
                En el proceso de conformación de lo que hoy se conoce como literatura ecuatoriana, ya fue
            conflictivo y contradictorio el peso de los paradigmas éticos y estéticos que parecían consustanciales
            a la lengua del colonizador, de uso obligado para quien se proponía escribir en un entorno cultural
            y material –el del mundo andino– distante del hispano europeo. En el proceso de construcción del cine
            ecuatoriano de hoy, la relación entre lenguaje y medio social aparece al menos tan compleja como aquella.

                ¿Cómo dar cuenta –y con qué recursos de lenguaje– de los nuevos paradigmas que atraviesan
            a la sociedad, a la vez que satisfacer, conciliar o lidiar con el gusto de un público formado por
            el cine global? ¿Qué clase de dudas y sospechas son las que marcan la relación actual entre los
            públicos ecuatorianos y sus cinematografías? Son preguntas que la producción de cine ecuatoriana
            está forzada a responder.
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