Page 326 - Panorama Audiovisual Iberoamericano 2023
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                 La primera exhibición pública de la que se tiene constancia se realiza en agosto de 1901 en
             Guayaquil, en un recinto propiedad del mexicano Julio Quiroz, en la que se proyectan un conjunto
             de películas cortas relacionadas con pasajes bíblicos y fragmentos documentales (La pasión y muerte
             de Nuestro Señor Jesucristo, Los funerales de la Reina Victoria y La última exposición de París). En 1903, en
             el Teatro Olmedo y de la mano del empresario itinerante italiano Piccione, se exhibe La gran corrida
             de toros (Luis Mazzantini, Madrid). Y en 1906, también en Guayaquil, el italiano Carlo Valenti filmó
             y exhibió los primeros registros cinematográficos producidos en Ecuador (Amago de un incendio,
             Ejercicios del cuerpo de bomberos y La procesión del Corpus en Guayaquil).

                 Tras esta primera etapa, en 1910 se funda la Empresa Nacional de Cine Ambos Mundos (Francisco
             Parra y Eduardo Rivas Ors), considerada como la primera productora y distribuidora ecuatoriana
             y, en 1914, la Compañía de Cines de Quito (Jorge Cordobés) construye la primera red de salas de
             cine en Ecuador, dando inicio el desarrollo de la “industria” cinematográfica que culmina con el
             desembarco de los representantes de las Majors americanas.

                 La década de los años 20 es un periodo al que los historiadores consideran como una “pequeña
             edad de oro del cine ecuatoriano” debido en un principio a la necesidad de contar con un volumen
             de producción propia para poder alimentar el circuito cinematográfico. En esta época se realiza
             la primera película de ficción ecuatoriana, El tesoro de Atahualpa (1924), dirigida por Augusto San
             Miguel, que tiene su continuación con los títulos Se necesita una guagua (1924) y Un abismo y dos almas
             (1925). Como novedad, esta última obra, es la primera producción de ficción que pone de manifiesto
             la explotación social que sufren los indígenas ecuatorianos. Y para finalizar esta etapa, en 1927, el
             italiano Carlos Crepi realiza el primer largometraje documental etnográfico titulado Los invencibles
             Shuaras del Alto Amazonas.

                 A partir de los años 30, el cine sonoro estadounidense se apodera de las pantallas ecuatorianas.
             La primera película hablada exhibida en Ecuador fue Cascarrabias (Cyril Gardner, 1930), la cual, se
             proyectó en castellano y su distribución corrió a cargo de la Paramount. Desde ese primer estreno y
             durante 20 años los grandes estudios americanos monopolizaron las salas de cine del país. Por fin,
             en 1950 se estrena el primer film sonoro ecuatoriano titulado Se conocieron en Guayaquil, dirigido por
             el chileno Alberto Santana y que construye un drama costumbrista protagonizado por un veterano
             de guerra ecuatoriano de la IIGM.

                 En la década de los años 70 y 80 el cine en Ecuador estuvo muy influenciado por los intensos
             movimientos políticos acaecidos en Latinoamérica. Este periodo es el momento de los jóvenes
             realizadores ecuatorianos que potencian la producción de documentales de corte sociológico,
             antropológico e histórico. Algunos de los títulos más significativos de esta época son La minga (Ramiro
             Bustamante, 1975), Entre el sol y la serpiente (José Corral Tagle, 1977) y Los hieleros del Chimborazo
             (Gustavo Guayasamín, 1980). Sin embargo, en 1981 se produce otro de los hitos del cine ecuatoriano
             con el estreno de Dos para el camino, comedia dirigida por Jaime Cuesta y Alfonso Naranjo y que
             obtuvo un éxito significativo en las salas de cine del país.

                 En paralelo, en 1977 se funda la Asociación de Autores Cinematográficos del Ecuador (ASOCINE),
             constituyendo el primer gremio audiovisual del país y que años más tarde sería uno de los colectivos
             líderes que participaron en la aprobación de la primera Ley de Cine en 2006. En 1981 se crea la
             Cinemateca Nacional del Ecuador con el objetivo de preservar, recuperar y difundir el patrimonio
             cinematográfico del país. Esta institución se consolida en 1989 cuando el Instituto de Patrimonio
             Cultural de Ecuador declara el cine ecuatoriano como parte del patrimonio cultural del Estado y se
             delega su custodia a la Cinemateca Nacional.

                 Los años 90 se inician con el estreno de una de las películas más taquilleras del cine ecuatoriano,
             La Tigra (1990), realizada por el director Camilo Luzuriaga, a partir de un cuento de José de la
             Cuadra (1940). Este drama rural, en el que una mujer ostenta el dominio sobre un pequeño feudo
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