Page 365 - EGEDA. Panorama Audiovisual Iberoamericano 2025
P. 365
ARTÍCULO 6
Producción audiovisual y sostenibilidad
en América Latina: retos estructurales
y caminos emergentes
Norma Cuadros González
En los últimos años, la sostenibilidad se ha convertido en una exigencia transversal en casi todos
los sectores de la economía y la cultura. La industria audiovisual no es la excepción. La urgencia
climática, los compromisos internacionales y las demandas de grandes estudios y plataformas de
streaming han impulsado una transición hacia prácticas más responsables en la forma en que se
produce contenido. Sin embargo, en América Latina, este camino está lejos de ser lineal.
Existe una paradoja cada vez más evidente: mientras crece la presión internacional por reducir
emisiones y aplicar estándares ambientales en las producciones, las condiciones estructurales de la
región —marcadas por desigualdades profundas, brechas tecnológicas y marcos regulatorios aún
incipientes— hacen que la implementación real de estas prácticas sea sumamente compleja. Aun
así, desde los márgenes y con recursos limitados, muchas producciones están encontrando formas
creativas y contextualizadas de asumir el reto.
Hablar de sostenibilidad en el mundo audiovisual implica comprenderla en toda su amplitud.
No se trata solo de reciclar botellas plásticas o apagar las luces al final del día. La sostenibilidad, en
su sentido más integral, apunta a reducir los impactos ambientales, garantizar condiciones laborales
justas y asegurar la viabilidad económica de los proyectos. Es decir, un equilibrio entre lo ambiental,
lo social y lo económico. Este enfoque de triple impacto todavía no está completamente arraigado en
este sector audiovisual en América Latina, donde muchas veces las discusiones sobre sostenibilidad
se limitan al impacto ambiental más visible durante el rodaje.
Cuando una producción se lanza a rodar, genera una serie de impactos considerables: uso
intensivo de generadores diésel, construcción de escenografías con materiales, como el icopor, que
terminan en vertederos, catering de alto impacto ambiental (por ejemplo, basado en carne de res),
transporte fragmentado que multiplica la huella de carbono, entre otros. Son procesos normalizados
que forman parte de una lógica de producción acelerada, funcional y poco cuestionada. A esto se
suma un componente social que, aunque fundamental, muchas veces queda invisibilizado. Las
condiciones de trabajo, la equidad en los equipos técnicos y creativos, la relación con las comunidades
anfitrionas o el respeto a los territorios donde se filma, rara vez se incluyen en las conversaciones
sobre sostenibilidad.