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EL DÍA DE LA BALLENA                                 263



            han subido a la casa a dejar equipos. El almuerzo está listo y algunos corren hambrientos a las mesas,
            bajo carpas, y sienten la brisa del mar.

                Rambo baja las gradas ágilmente y corre al mar gritando como un animal salvaje. Un par de
            personas le siguen sin pensarlo mucho. Sólo un chapuzón y todos corren al almuerzo. Los chicos y
            la directora flotan y juegan un rato más en el agua.

                14:30 pm
                La mayoría del equipo ha comido y descansa en los porches de la casa, aprovechando cada
            segundo de sombra, los afortunados descansan en las hamacas, que siempre están ocupadas tras
            la hora del almuerzo. La comida es deliciosa en la costa ecuatoriana y la variedad de pescados y
            mariscos que comemos ciertos días de este rodaje serían un súper lujo en cualquier otra situación.
            Además, es la primera vez que doña Joyce trabaja en una película y toda su familia nos atienden
            con cariño, igual que a los clientes de su café en la calle principal del pueblo histórico de Ancón.

                15:00 pm
                Arte y producción han comenzado ya un movimiento acelerado. Hay que repartirnos: yo me
            quedo con un equipo reducido recogiendo todo y cerrando locación, mientras Cinthia y Kike mueven
            con prisa la marea humana hacia el siguiente set: nuestro interior principal, La Casa.

                En la playa la ballena reposa en soledad y hay mucha paz. Yo lo agradezco. ¡Uno, dos, tres!
            Arrastramos la ballena desde su base plástica hacia el filo del barranco, pero no la podemos dejar
            ahí porque se la llevaría el mar. Sudando y con esfuerzo logramos subirla al primer descanso del
            acantilado, donde poco antes había una carpa. ¡Misión cumplida!

                16:00pm
                Conduzco por las calles de Ancón, un pueblo hermoso donde se asentó el primer pozo petrolero
            del Ecuador en 1911 y donde la compañía inglesa Anglo, que tenía la concesión, construyó un pueblo
            estilo inglés, de madera. El pueblo fue, a mediados del siglo pasado, uno de los más grandes del
            país en población y movimiento económico y me ha llamado la atención que sus barrios llevan los
            nombres del origen de sus trabajadores. Nuestro equipo de arte se hospeda en una casa en Jamaica,
            los de locaciones duermen en Riobamba y nuestra casa, la de gerencia, está en el centro, en el
            llamado Barrio Inglés. La mayoría de la decoración de la casa se ha creado con muebles y objetos
            de los moradores y con el apoyo de las autoridades y profesores. Nos han prestado objetos de los
            cuatro clubes que había en este pueblo y que fueron los más modernos de la época; los únicos con
            piscina, canchas de tenis, de golf, bádminton y sala de bolos y donde se instaló la que fue, por varias
            décadas, la mejor sala de cine del país.

                El pueblo es ahora patrimonio cultural, algunos espacios han sido restaurados – lamentablemente
            el cine no - pero el Estado, con su política cultural históricamente débil, abandonó un proyecto
            importante de recuperación cultural y promoción turística hace unos años. La casa de la gerencia
            estaba hace dos meses completamente en ruinas e infestada de gallinazos y termitas. Para habilitar
            ese edificio, que en su tiempo era grande y lujoso y tenía una piscina al borde del acantilado, Cinthia
            y Kike trabajaron con la junta parroquial para reparar el techo y apuntalar los cimientos, antes de
            que nuestro numeroso equipo de arte inicie su trabajo. Decoración se ha lucido, le ha dado vida a
            cada habitación y desde hace dos semanas La Casa es nuestro espacio más cómodo para trabajar,
            en un ambiente misterioso y protegido del calor y la sal.

                Al llegar al set siento inmediatamente la calma. Se respira cansancio y se notan rezagos del sol
            de la mañana, pero se nota que quedan apenas un par de horas más de trabajo. No se está rodando
            lo planeado para esta tarde; nuestra actriz principal necesita una tregua y descansa en su habitación,
            mientras se filma una escena sin ella. El plan de rodaje es un rompecabezas de veinte mil piezas y
            yo agradezco la experiencia y versatilidad de Renata, que ha logrado un millón de veces cuadrar
            todo según el clima, las mareas e incluso según los estragos de un virus que ha atacado gran parte
            del pueblo y que hizo imposible contar con la protagonista algunos días. Después de la intensidad
            de la ballena, el objetivo es filmar dos secuencias más, de baja complejidad, y vamos bien.
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