Page 326 - Panorama Audiovisual Iberoamericano 2019
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                 En aquel año, las televisiones que operaban en el mercado nacional eran La1, La2, Antena 3, Tele 5, Canal
             Plus y la oferta de las autonómicas en las comunidades de País Vasco, Cataluña, Galicia, Andalucía, Valencia
             y Madrid. Como decíamos una competencia ya más que razonable, pero escasa si la comparamos con la
             plétora de la oferta actual.

                 Y tampoco podemos obviar en este análisis urgente para contestar si realmente se ve o no se ve la
             televisión de siempre, un concepto esencial para comprender en toda su hondura la excepcional fortaleza del
             consumo de televisión en nuestro país. Este concepto que mantiene de manera extraordinaria la importancia
             de la televisión está en el axioma de que “la clave de bóveda de la industria televisiva está fundamentada en
             el consumo“. Si el consumo no fuera el que es, la industria de la televisión no sería objeto de deseo (a veces
             impuro) por parte de partidos políticos, organizaciones y conglomerados mercantiles de todo tipo, sin obviar
             a la propia fuerza de los profesionales del medio.

                 Así las cosas, sabemos que cuando se empiezan a medir oficialmente los datos de audiencia en España,
             con muy pocas televisiones en liza, en una sociedad que no se desarrollaba a la velocidad exponencial como
             la actual,  y sin que los móviles, internet o las OTT’s existieran en ese momento ni perturbaran nuestros
             equilibrios físicos y químicos, la televisión de siempre, la lineal o convencional,  gozaba de una excelente
             salud, tanto en audiencia como en las inversiones económicas que marcas y anunciantes dedicaban al soporte
             rey de la televisión.

                 Por ponernos en trance y situación de lo que ocurría en 1992, la audiencia en aquel año otorgaba un
             rol fundamental a La 1 de TVE, con una cuota promedio de audiencia que alcanzaba el 32,5 % de cuota de
             pantalla. Tele 5 y Antena 3, con pocos meses de vida ponderaban, en ese contexto competitivo tan escaso, el
             20,7 % y 14,7 %, respectivamente, mientras que las emisoras autonómicas citadas con anterioridad, a pesar de
             que no cubrían todo el territorio nacional firmaban un excelente 16,5 % de share.

                 Desde 1992 -cuando prácticamente la competencia era razonable pero no asfixiante- hasta 2012, la
             dedicación de los españoles a la televisión fue creciendo y creciendo hasta lograr su máximo exponente el
             año 2012 cuando se registraba que el promedio de visionado televisivo fue de 246 minutos por persona y día.
             Es decir, cuatro horas y seis minutos.





























                 Todo ese incremento de consumo, que podríamos definir como estratosférico y 20 años antes en 1992, al
             representar casi una hora más diaria de consumo (54 minutos para ser exactos) de televisión y día por parte
             de 44 millones de españoles que conformábamos el universo de consumo, fue posible ya con muchas más
             cadenas en competencia, con internet a destajo y con las nuevas pantallas de los nuevos dispositivos, junto
             a los novísimos modos de ver televisión o audiovisual y fenómenos surgidos de las nuevas modalidades del
             ver como el famoso atracón de visionado de series, el denominado “binge watching“.
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