Page 399 - Panorama Audiovisual Iberoamericano 2023
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CORTOMETRAJE IBEROAMERICANO, CADA MINUTO CUENTA 399
Ahora bien, si un corto fue realizado por un equipo emergente lleno de talento, pero con muy
pocos recursos, grabado con un dispositivo móvil o una cámara casera, en precarias condiciones, pos
producido a través de equipos básicos en una región apartada de los centros urbanos y posteriormente
exhibido en la casa de la cultura de su población ¿No merece existir? Nadie desde la institucionalidad
está preocupado por su identificación y la puesta en marcha de procesos para fortalecer a ese equipo.
Podría pasar algo si se encuentran circunstancialmente con la situación, pero no existe ninguna acción
que tenga como objetivo estar en la búsqueda de identificar estos casos. Cuando hay acciones en esa
dirección, son del orden local y no cruzan datos con el orden nacional.
Es más, ese corto ni siquiera se cuenta como parte de la producción nacional del país, porque
no se legaliza (nacionaliza en el caso de Colombia). Si llegase a ser visibilizado por un festival, le
llamaremos cortometraje, sino, es un ejercicio audiovisual de la comunidad y entonces la pregunta
es ¿Que es un cortometraje nacional para cada país? ¿Cuándo debe sumarse a las estadísticas? ¿Qué
lo define? Eso no pasa con los largos y las series. Se hace urgente la creación de un Observatorio del
Cortometraje Iberoamericano que frente al universo de producción más amplio de nuestra región y
el que como hemos visto tiene mayor impacto en su desarrollo futuro, nos de bases de análisis para
tomar decisiones más coherentes de apoyo e impulso.
FARO DE LUZ
El ejercicio comparativo entre España y América Latina nos deja a este lado del océano en una
posición complicada. Es claro que los últimos 10 años para el cortometraje español son una década
de oro, y aunque con seguridad los líderes de la gestión, protección y desarrollo del cortometraje
en la península ibérica pudieran decir que aún les faltan muchos objetivos por conseguir, desde el
1% de las plataformas de streaming, el retorno a las salas a través de una bonificación que partiera
del ICAA o la creación de la Agencia del Cortometraje Español, entre muchos otros, lo cierto es que
en contraste con Latinoamérica la distancia de desarrollo es abismal. Para nada quiere decir esto
que esos objetivos sean innecesarios, al contrario, serán su lucha e implementación, la que los siga
manteniendo en la cresta de la ola y como punto de atención.
El desempeño del cortometraje español en los Premios Oscar y en Festivales como Cannes o
Berlín, no son una circunstancia afincada en la suerte, son claramente la respuesta a políticas de largo
plazo en el apoyo público con dineros del estado nacional o autonómico interviniendo en múltiples
acciones. La más clara de ellas y uno de los más evidentes síntomas de buena salud, es la existencia
de más de 10 catálogos regionales de impulso a la circulación, donde los más de 20 años de Kimuak
(País Vasco) se han convertido en ejemplo para muchas otras comunidades que han logrado recoger
la experiencia y expandirla: Madrid, Cataluña, Valencia, Galicia, Asturias, Extremadura, Navarra y
más recientemente Canarias y Cantabria. De hecho, el caso RE-FRESH en Colombia es un ejercicio
de benchmarking que proyecté teniendo como punto de partida los catálogos españoles y ya va para
la quinta edición. Pero no vemos en la región más iniciativas en esa dirección, no al menos continuas
y empaquetadas con perspectiva de expansión de mercados.
La presencia en festivales y eventos de industria es otro punto de referencia donde nos quedamos
cojos y donde habría mucho que aprender de España, específicamente para el caso del corto. El
gobierno español en medio de todas las diferencias que implican sus regiones autonómicas, ha
logrado en por ejemplo en los últimos años agrupar inteligentemente los esfuerzos de todos y tener
un stand de significativas proporciones en el Marché Du Film Court del Festival Internacional de
Cortos de Clermont Ferrand en Francia, el más importante del mundo para el cortometraje. Por su
parte los países de América Latina nunca tenemos una presencia firme y continua, con excepción
de Colombia que lleva 10 años ininterrumpidos -solo por la pandemia- con su stand allí gracias a
Proimágenes Colombia y Brasil que con el esfuerzo del Festival de Cortos de Sao Paulo, en medio de
las tormentas políticas, no ha permitido que su presencia se eclipse. Del resto no existe constancia y
por ende tampoco resultados de largo plazo en la formación de un sistema sólido de respaldo al corto.
Entre muchos, dos aspectos adicionales son síntomas reveladores del positivo momento que vive
España al respecto del corto y al cual deberíamos aspirar en América Latina con la búsqueda de