Page 398 - Panorama Audiovisual Iberoamericano 2023
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398 PANORAMA AUDIOVISUAL IBEROAMERICANO 2023
La cifra combinada de cortos que se producen gracias a estímulos públicos del orden nacional y
regional, la cual se encuentra alrededor de 110 por año, combinando datos de diferentes instituciones
en 2021 y 2022, difiere en un 250% o más con la cantidad de cortos que llegan por convocatoria y
los que identifica el equipo de programación del Bogotá Short Film Festival / Festival de Cortos de
Bogotá - BOGOSHORTS, que está entre 350 y 370 en los últimos dos años -para darle coherencia a
los períodos comparativos-.
Pero al mismo tiempo no todos los cortos colombianos se presentan a la convocatoria del festival,
muchos procesos universitarios por las señales de búsqueda de calidad que el evento envía prefieren
encontrar sus audiencias en festivales universitarios nacionales, donde Colombia ronda la cifra de 10
eventos de este carácter, inestables en su estructura, pero positivamente continuos en sus ediciones.
Podríamos estar hablando entonces de 400 cortos o más por año, lo que es un hecho es que ninguna
fuente es del todo confiable por otros atenuantes que explicarlos implicaría extenderme mucho en
un país en particular.
La complejidad en el acceso y la claridad de las cifras de producción para el corto iberoamericano,
preguntando aquí y allá, no es diferente en los otros países, incluso pareciera que el caso colombiano
no es el que se encuentra en la peor situación.
Ahora, pasando a las estadísticas de audiencias y exhibición para el corto en Colombia, para
seguir con el ejemplo del que más datos tengo, el tema se relativiza y se vuelve aún más absurdo el
objetivo de llegar a números reveladores o que permitan entender el mercado. El país cuenta con
una herramienta maravillosa pero compleja, la posibilidad de exhibir cortos en las salas de cine
antes de los largometrajes, para que los exhibidores tengan una deducción de la cuota parafiscal
que deben aportar al Fondo para el Desarrollo Cinematográfico - FDC, esta cuota es la que permite
la existencia de recursos para el impulso de toda la cadena cinematográfica.
Es decir, abre una ventana fantástica para el corto, de muy alto impacto en audiencias, pero tiene
tres características complejas: 1) Si se exhiben más cortos en el marco de esta posibilidad de exención
para los exhibidores, menos recursos llegan al FDC. 2) Por la relación corto/largo el diálogo entre
géneros, temáticas y clasificaciones de edad nunca ha podido ser resuelto de forma efectiva por
la reglamentación de la norma y todos los cortos que se exhiben son generalmente blancos en su
contenido, con muy bajo o ningún riesgo formal y para todos los públicos. Y en general terminan
siendo cortos hechos con el objetivo de llegar a esa ventana, no en una búsqueda estética y/o
narrativa. 3) Debido al punto 2 y seguramente a más factores relacionados con la realidad de una
cinematografía en proceso de maduración, la mayoría de cortos que llegan a la audiencia en este
camino son de una calidad discutible y el público se queja constantemente de ellos, de estar obligado
a verlos. Con el preocupante impacto a largo plazo de generar una distancia entre las audiencias y
los espectadores con respecto a la producción nacional.
La realidad con respecto a esta norma en Colombia, que desde la distancia se ve como un oasis en
el desierto, es que la mayoría de cortos que a lo largo del tiempo trascienden como punto de referencia
del cine colombiano no son vistos en salas de cine, la reglamentación y los intereses comerciales de
los exhibidores no les permiten hacer uso de esa ventana.
Los cortometrajes exhibidos en salas de cine en articulación con el descuento de la Cuota para el
Desarrollo Cinematográfico (CDC), en 2019 fue de 81 y en 2022 fue de 42, marcada diferencia debido
al impacto de la pandemia. Sin embargo, el tema es que podríamos obtener cifras de admisiones a
estos 42 cortos por lo que están conectados a un largometraje, pero estamos hablando de 42 en un
universo de potenciales 400 y sin incluir cifras de audiencia de los festivales, que son la principal
ventana del resto de cortos que no entran en este proceso, descontando que tampoco tendremos
los números de presencias online, independientemente de las características del VOD al que nos
refiramos. La neblina se hace más densa y sin datos se hace muy difícil argumentar el impacto, así
sea gigantesco el consumo.